Son muchas las causas que determinan la crisis de identidad nacional que señalan al pueblo mexicano, que van desde el resquebrajamiento e imposición de modelos económicos, el cuestionamiento de la religiosidad y ausencia ideológica, hasta la interminable y ferviente lucha interna que mantienen grupos interesados por el poder concreto, dejando al ciudadano común atrapado en su exasperada voluntad de no-ser por una ausencia de identificación con el mundo que lo rodea. Todos los demás problemas que se enuncian en los medios de comunicación, son consecuencia directa de la fractura mencionada.

Hace sesenta años, Octavio Paz hacia uso de su imaginario crítico para señalar fenómenos sociales que daban cuenta de una situación en expansión; la orfandad del pueblo mexicano que se proyectaría en la sociedad a partir de la soledad del individuo en medio de la vorágine del cruce de influencias que lo gobiernan y hacen de él, un ente indigno de su circunstancia en la medida que no puede separarse del falso “yo-nacional”, pretendiendo actitudes que complican su realidad, provenientes de las heridas de su historia.

Con las llagas abiertas resultado de las intervenciones padecidas, el pueblo mexicano trae sobre sus hombros el peso de su origen, difuso en la colectividad de la aparente sociedad que lo constituye, haciendo responsable de sus desgracias a la muchedumbre, olvidando su responsabilidad como universo integrado por individuos, pensándose siempre como ente sin forma, sin pies ni cabeza, masa autómata que todo lo que hace esta mediado por la circunstancia que el espectáculo le muestra y que su paternalismo político le permite.
La importancia de la obra de Octavio Paz en la historia de México, no está referida en una transformación del carácter del mexicano, ni en el intento de la subversión de su identidad para su expiación; su importancia radica en la especulación certera e imaginativa sobre el origen de sus enfermedades más profundas, que ha permitido a sus lectores hacer una reflexión crítica sobre sus orígenes, sea mexicano o no.

Texto de David Miranda.