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Marcela Armas

Marcela Armas. Durango, México, 1976.
Vive y trabaja en San Miguel de Allende y la Ciudad de México.

Marcela Armas trabaja en el espacio de encuentro entre el arte, la ciencia y la tecnología. La tecnología como una cristalización de la imaginación y el afecto y por tanto una prolongación de la naturaleza humana. Explora el potencial de materiales y mecanismos como punto de partida para reflexionar sobre temas que ponen de manifiesto la naturaleza conflictiva de las relaciones sociales y el proceder humano a partir de la concepción utilitaria de la vida. Se interesa por la observación de procesos y fenómenos materiales, sus transformaciones, desbordamientos o emanaciones sonoras como manifestaciones del pensamiento. Sus máquinas y artefactos se construyen a partir de una indagación sobre la naturaleza material de la que están hechas; la máquina como significado, la materia como vehículo portador de la historia. En este ámbito de lo sensible, colabora con amigos artistas, investigadores e inventores como Gilberto Esparza, Arcángelo Constantini, Ariel Guzik, Shaday Larios, Santiago Itzcóatl, Iván Puig, Colectivo Bios ExMachina, Elena Álvarez Buylla, entre otros.
Realizó estudios académicos en la Universidad de Guanajuato y en la Facultad de Bellas Artes en Valencia, España (1997-2003). Ha recibido el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2007 y 2010), el Programa Arte-Actual Bancomer-MACG 2009, del Programa de Apoyo a la Investigación en Nuevos Medios del Centro Multimedia del CENART (2006 y 2010) y a través de obras comisionadas por el Laboratorio de Arte Alameda de la Ciudad de México, entre otros. Dirigió en colaboración con Gilberto Esparza los talleres VIDA 10 de Fundación Telefónica en Buenos Aires, Lima, Santiago de Chile y Ciudad de México (2008). Recibió el Premio ARCO/BEEP de Arte Electrónico en la Feria Arco Madrid 2012. Participó en la Bienal del Mercosur en Porto Alegre, Brasil (2009)y en la Oncena Bienal de La Habana “Prácticas e imaginarios sociales” (2012). Recientemente desarrolló la obra Vórtice comisionada por el Museo Universitario Arte Contemporáneo MUAC de la UNAM en co-producción con el Museo Amparo de Puebla, El Museo de Arte de Zapopan y Fundación BBVA-Bancomer.
Su trabajo ha sido exhibido en México, Norteamérica, América del Sur, Europa y la India.

Interview

Ciudad de México 15.12.2014

Bernard Vienat (BV).- Uno de los hilos conductores de trabajos como Ocupación y Exhaust es el tratamiento de temas y problemáticas sociales. ¿De qué manera es que tu contexto social y físico afecta e inspira tu trabajo?

Marcela Armas (MA).-Ocupación es un proyecto del 2007. Es un proyecto que consistió en una acción performática que se desarrolla en la calle. Construí un kit portable con una serie de cláxones de coche a partir de las cuales llevo a cabo una serie de ocupaciones, de ahí el título. Realicé caminatas utilizando mi cuerpo como medio para ocupar el espacio, uno legítimamente destinado a los coches. En primera instancia está la  pregunta que surge en relación a la construcción del espacio social. Una especie de debate interno y la noción de la ciudad como maquinaria. Una máquina económica que privilegia la movilidad, la velocidad  a través de la máquina, que es el automóvil, restando así poco a poco el espacio de convivencia social.

BV.- ¿A qué se debe el hecho de que hayas realizado el proyecto en Porto Alegre, Brasil y no en México ¿Cómo fue que ocurrió está elección?

MA.- En realidad el proyecto original lo desarrollé aquí, fue un proyecto que se detonó a partir de mi relación con la ciudad, el D.F. Yo soy de Durango y antes de vivir en el DF había vivido en ciudades muy pequeñas. Para mí fue verdaderamente impactante llegar a  una ciudad  dónde ocurrían tantas cosas. Una ciudad tan masiva y al mismo tiempo, una que movilizaba tanta energía humana y material.

La Bienal de Puerto Alegre me mandó una invitación a participar con ese proyecto específicamente. Anteriormente había pensado que era un proyecto que no podría desarrollarse en otra ciudad por muchas razones. Sin embargo, también resultó ser muy interesante explorar la posibilidad de hacerlo en otros contextos. También como parte mi interés en el paralelismo de las circunstancias sociales, políticas y económicas en otras ciudades latinoamericanas y cómo se van desarrollando nuestros propios contextos y construcciones sociales. Es interesante ver también qué ocurre al trasladar un experimento a otro contexto.

BV.- En relación con tu proyecto Ocupación y el desarrollo de tu obra Exhaust, ¿de qué manera es que el espacio revela otra forma de ocupación y una experiencia sensorial diferente?

MA.- Exhaust es un proyecto desarrollado en el 2009 y forma parte de una investigación y exploración de la máquina urbana que es el automóvil y la forma en la que éste se puede usar para elaborar ciertas preguntas críticas sobre el espacio donde se desenvuelve, la ciudad. Ocupación y otras piezas surgieron a partir del dispositivo del claxon y el sonido que produce. Me interesaba explorar el sonido como una emanación no visible, que sin embargo forma parte del entorno. El sonido es un elemento que transforma radicalmente los espacios que habitamos y es una expresión de su vitalidad.

En el caso de Exhaust también se refiere a la exploración del automóvil y su relación con el contexto urbano. La intervención consiste en colocar 6 vehículos debajo de un puente vehicular y se mandó construir un contenedor de plástico que emulaba la forma de un soporte estructural de este gran puente.  Este contenedor tenía la función de atrapar el gas de combustión que provenía de estos automóviles encendidos, conteniendo así este gas residual que proviene de una máquina que tiene históricamente, un propósito dentro de la movilidad económica, de la circulación y el ámbito del capital así como el aspecto aspiracional que sigue teniendo lo urbano.

La intervención duró, más o menos 24 horas desde que comenzamos a hacer toda la instalación, hasta que se llenó de gas la columna. Después de esto, se libera el gas, utilizando unos filtros de carbón activado, hasta que desaparece. Lo único que queda es la documentación, el registro, video y algunas fotografías que son testimonio de lo ocurrido. Exhaust fue la intervención que finalizó un ciclo de otras intervenciones más pequeñas, que se construyeron en otros puntos de la ciudad. Contenedores de plástico, contenedores esféricos y cúbicos, generando espacios de obstrucción. Por ejemplo, hay otra pieza que se llama Obstrucción a dos tiempos y en ese caso me interesaba la posibilidad de utilizar el gas residual como un agente que obstruye el espacio, no sólo la posibilidad de hacerlo visible.

BV.- ¿De qué manera fue que el manejo de una sustancia inmaterial, invisible te llevó a una cierta forma y cómo fue que a través de la sustancia se fue transformando?

MA.- Este es un punto que para mí fue muy importante. Mucha gente me hace la pregunta,  ¿por qué empezaste con experimentos de obstrucción y terminaste con una figuración, la columna? Mi razón era que mi proceso de reflexión trataba de integrar el lenguaje propio de lo urbano y de la ciudad en esta maquinaria residual, señalando estos puentes como signos. No es que el puente sea el único símbolo, pero me pareció un signo muy potente que podía mostrar el aspecto residual de la propia ciudad y esta condición de maquinaria económica. Se trata de la máquina, y recordando a  Bataille un poco en La parte maldita, pienso la ciudad en tanto máquina de consumación y de gasto continuo. Un gasto que finalmente está relacionado con la producción del excedente y la producción del desperdicio.

BV.- Imagino bien la conexión entre este movimiento del que hablas y un mal estado de la sociedad mexicana. Pero ¿cuál es tu acercamiento a esta temática dentro de tu vida cotidiana y cómo es que logras darle un sentido más poético y activista a tu trabajo artístico?

MA.- Ha ido cambiando. Somos seres dinámicos. Cuando empecé a trabajar en estos proyectos quizás sí había un impulso más activista, pero se ha transformado. Siempre me ha interesado este vínculo con la posibilidad de hacer construcciones poéticas y simbólicas. Me parece que la poesía en sí misma tiene un aspecto transgresor. En ese sentido, estas construcciones materiales, no sé qué tanto logren ser transgresoras en su especificidad física, pero sí en el campo de las ideas en el momento que se convierten en signos de una naturaleza, en este caso: la urbanidad. Me parece que tienen una cierta potencia transgresora, que tiene que ver con la capacidad de estos signos de entrar en la conciencia.  Pero en este punto lo que me preocupa mucho más es entender, no tanto transgredir. Tratar de comprender las condiciones y el contexto dentro del cual yo me desenvuelvo, tanto en México como en el mundo. Me parece muy importante tratar de entender cómo todo esto que nos está pasando es una expresión del estado del espíritu humano. En lo individual, pero también en lo colectivo la pregunta es cómo imaginamos y construimos nuestra relación con la vida, nuestros sistemas de valores y creencias y la manera en la que categorizamos las cosas y nos identificamos con modelos que siguen siendo excluyentes, jerárquicos, verticales. No me interesa tanto irrumpir en un espacio como lo hice en Ocupación, ahora necesito más de otro tipo de procesos que me lleven al diálogo, procesos de colaboración en donde varias voces tengan algo que decir y donde se pueda experimentar en nuestra forma de tejer las relaciones.

BV.- Me gustaría hablar de tu proyecto Vórtice, tomando en cuenta que es una de las obras más actuales que también tiene como trasfondo algunos aspectos políticos y sociales presentes en tu obra.

MA.-Vórtice es un proyecto que inicié hace más o menos 2 años. Es una exploración del material de los libros de texto oficiales en México, que forman parte de una tradición de más de 50 años. Estos son libros que se distribuyen nacionalmente y que representan la posición de una interpretación única de la historia. Una pregunta muy importante para mí era ¿cómo un libro que cuenta una sola versión de las cosas puede ser distribuido en un país tan diverso y tan heterogéneo como lo es México? Yo soy del norte, pero he vivido en el centro durante muchos años y he viajado por el sur y descubierto que prácticamente somos muchos pequeños países dentro de este país. Cuando me encontré con los nuevos libros de texto, me di cuenta que son fabricados con papel reciclado. Después de investigar, encontré que existe un programa gubernamental que inicia en el año 2004. Se trata de un decreto federal que obliga a las dependencias de la administración pública, a nivel federal, a destruir sus archivos muertos. Todo el papel burocrático y de operación de todas las instituciones públicas del país se destruye a partir de un planteamiento ecológico, para reciclar el papel en desuso y a partir de esto producir nuevos libros de texto para llevar a los niños. Fui al Archivo General de la Nación, para tratar de entender cómo se lleva a cabo este proceso un proceso regulado por el Estado donde todas las dependencias deben cumplir una serie de requisitos de resguardo reglamentario de los archivos, para finalmente donar estos archivos disfuncionales, sin un aparente sentido social, y ser destruidos para producir los libros nuevos. Este proceso implica una discriminación de lo archivable. La decisión sobre qué papel y qué archivos no tienen un valor histórico para el Estado y la propia sociedad. En esta valoración hay en el plano simbólico en el que yo trabajo, una parte muy interesante que tiene que ver con quién decide qué es historia y de dónde provienen estos documentos.

Lo que resultó aquí fue un video documental de todo este proceso de producción industrial del libro, basado en la procedencia del papel. En el documental lo que hacemos es darle seguimiento al archivo, iniciando con la planta de reciclaje, donde vimos cómo este papel, que para nosotros en ningún momento dejó de ser un archivo, se destruye, es triturado y blanqueado para al final obtener un papel, aparentemente nuevo, que funciona como una suerte de archivo invisibilizado, uno que después se usa para escribir otra nueva historia.

BV.- ¿Ves en este proceso una crítica del contenido del libro y también de la difusión como un mensaje político?

MA.- Me di cuenta que hay una serie de contenidos muy fuertes y que tenían que ser revisados en esta lectura histórica que estábamos haciendo. Yo decidí no pasar por la clásica revisión de los libros, dado que ya existe mucha documentación al respecto. Lo que me interesó fue hacer una observación de transformación social, de la evolución de los medios de comunicación y de producción. Entender cómo van cambiando las condiciones económicas y las formas de representación de  la sociedad, las personas, la naturaleza, las relaciones. Si hicimos un estudio de los contenidos y una clasificación atendiendo a su cronología. Se seleccionaron contenidos editoriales para ser visibles, trabajamos con mas de 150 libros de todas las épocas desde 1959 hasta el 2011. Después los libros íntegros (con todas sus hojas) fueron sometidos a un proceso de resina para ser transformados en engranes que luego formaron parte de un mecanismo en movimiento. Una máquina como alegoría del sistema educativo del Estado mexicano.

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